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Por: Jesús Urones
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En estos dias de Semana Santa, meditamos sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Como católicos creemos que en el sacrificio de Cristo en la cruz es idéntico al de la Santa Misa.En el sacrificio de la misa se representa y conmemora el sacrificio de la cruz, y se aplica su virtud salvadora a todos los hombres. Esta doctrina no es compartida por los hermanos protestantes, sin embargo es enseñada por los padres de la Iglesia y el Magisterio Pontificio sin dejar lugar a dudas. Por todo ello podemos decir que la Misa es Sacrificio. En este artículo veremos los principales textos históricos ( patristicos) que defienden esta doctrina católica.
¿Enseña el Magisterio de la Iglesia que la Santa Misa es verdadero sacrificio?
Repasaremos algunos textos magisteriales claves:
El Concilio de Trento, en sus canones sobre el Sacrificio de la Misa dice:
Así, pues, el Dios y Señor nuestro, aunque había de ofrecerse una sola vez a sí mismo a Dios Padre en el altar de la cruz, con la interposición de la muerte, a fin de realizar para ellos [v. l.: allí] la eterna redención; como, sin embargo, no había de extinguirse su sacerdocio por la muerte (He 7,24 He 7,27), en la última Cena, la noche que era entregado, para dejar a su esposa amada, la Iglesia, un sacrificio visible, como exige la naturaleza de los hombres [Can., 1], por el que se representara aquel suyo sangriento que había una sola vez de consumarse en la cruz, y su memoria permaneciera hasta el fin de los siglos (1Co 11,23 ss), y su eficacia saludable se aplicara para la remisión de los pecados que diariamente cometemos, declarándose a sí mismo constituido para siempre sacerdote según el orden de Melquisedec (Ps 109,4), ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y de vino y bajo los símbolos de esas mismas cosas, los entregó, para que los tomaran, a sus Apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, y a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó con estas palabras: Haced esto en memoria mía, etc. (Lc 22,19; 1Co 11,24) que los ofrecieran. Así lo entendió y enseñó siempre la Iglesia [Can. 2].
San Pablo VI, autor de la Misa de su nombre, afirma sobre la naturaleza de la Misa que «es realmente el Sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares» (Credo del Pueblo de Dios, 1968, n. 24). +San Juan Pablo II: «El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio» (Ecclesia de Eucharistia, 2003, 14). Benedicto XVI: «Jesús es el verdadero Cordero pascual que se ha ofrecido espontáneamente a sí mismo en sacrificio por nosotros, realizando así la nueva y eterna alianza. La Eucaristía contiene en sí esta novedad radical, que se nos propone de nuevo en cada celebración» (Sacramentum caritatis, 2007,9).
¿Que creían los primeros cristianos?
San Justino mártir
Dios habla por boca de Malaquías, uno de los doce [profetas menores], como dije antes, acerca de los sacrificios que en ese momento presentaron ustedes: 'No tengo placer en ustedes, dice el Señor, y no aceptaré su sacrificios en tus manos; porque desde el nacimiento del sol hasta su ocaso, mi nombre ha sido glorificado entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda pura, porque mi nombre es grande entre las naciones. . . [Mal. 1:10–11]. Luego habla de esos gentiles, es decir, de nosotros [cristianos] que en todo lugar le ofrecemos sacrificios, es decir, el pan de la Eucaristía y también la copa de la Eucaristía. ( Diálogo con Trifón el Judío 41 [AD 155] )
San Ireneo
Tomó de entre la creación lo que es pan, y dio gracias, diciendo: 'Esto es mi cuerpo.' Asimismo, la copa, que es de entre la creación a la que pertenecemos, confesó ser su sangre. Enseñó el nuevo sacrificio del nuevo pacto, del cual Malaquías, uno de los doce profetas [menores], había señalado de antemano: 'No hagáis mi voluntad, dice el Señor Todopoderoso, y no aceptaré sacrificio de vuestras manos. . Porque desde el nacimiento del sol hasta su puesta, mi nombre es glorificado entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y sacrificio puro; porque grande es mi nombre entre los gentiles, dice el Señor Todopoderoso' [Mal. 1:10–11]. Con estas palabras deja claro que el pueblo anterior dejará de hacer ofrendas a Dios; sino que en todo lugar se le ofrecerá sacrificio, y verdaderamente, uno puro, porque su nombre es glorificado entre los gentiles. (Contra las Herejías , IV, 17, 5)
San Cipriano de Cartago:
De donde se deduce que la sangre de Cristo no se ofrece si no hay vino en la copa, ni el sacrificio del Señor se celebra con legítima consagración si nuestra oblación y sacrificio no responden a su pasión . Pero ¿cómo beberemos el vino nuevo del fruto de la vid con Cristo en el reino de su Padre, si en elsacrificio de Dios Padre y de Cristo no ofrecemos vino, ni amasamos la copa del Señor según la tradición del Señor? (Epistola 62)
San Cirilo de Jerusalén
Luego, después de que se completa el sacrificio espiritual, el servicio incruento, sobre ese sacrificio de propiciación rogamos a Dios por la paz común de las Iglesias, por el bienestar del mundo; para reyes; para soldados y aliados; por los enfermos; por los afligidos; y, en una palabra, por todos los que necesitan socorro, todos oramos y ofrecemos este sacrificio. ( Conferencia Catequética XXIII, 7-8; NPNF 2, Vol. VII)
San Ambrosio
Vimos venir hacia nosotros al príncipe de los sacerdotes, lo vimos y lo oímos ofrecer su sangre por nosotros. Seguimos, en cuanto podemos, siendo sacerdotes, y ofrecemos el sacrificio en nombre del pueblo. Incluso si somos de poco mérito, aun así, en el sacrificio, somos honorables. Aunque ahora no se vea a Cristo como el que ofrece el sacrificio, sin embargo es él mismo el que se ofrece en sacrificio aquí en la Tierra cuando se ofrece el cuerpo de Cristo. En efecto, para ofrecerse a sí mismo se hace visible en nosotros aquel cuya palabra santifica el sacrificio que se ofrece. ( Comentarios sobre los Doce Salmos de David 38:25)
San Agustin:
Así, pues, Cristo nuestro Señor, que en su pasión ofreció por nosotros lo que había tomado de nosotros en su nacimiento, constituido príncipe de los sacerdotes para siempre, ordenó que se hiciera el sacrificio que estáis viendo, el de su cuerpo y su sangre. En efecto, de su cuerpo, herido por la lanza, brotó agua y sangre, mediante la cual borró los pecados del mundo. Recordando esta gracia al hacer realidad vuestra salvación, puesto que es Dios quien la realiza en vosotros, acercaos con temor y temblor a participar de este altar. Reconoced en el pan lo que colgó del madero, y en el cáliz lo que manó del costado.... Todo lo anunciado de antemano en muchas y variadas formas en los sacrificios del Antiguo Testamento se refiere a este único sacrificio revelado en el Nuevo Testamento. (Sermon 228 B)
Según nuestro modo frecuente de hablar, solemos decir, cuando se acerca la Pascua: «Mañana o pasado mañana será la pasión del Señor». Pero el Señor ha padecido muchos años ha y la pasión no ha tenido lugar sino una vez. En el mismo día del domingo decimos: «Hoy resucitó el Señor», aunque han pasado ya hartos años desde que resucitó. Nadie es tan necio que nos eche en cara la mentira cuando hablamos así. Nombramos tales días por su semejanza con aquellos otros en que tuvieron lugar los acontecimientos citados. Decimos que es el mismo día, aunque no es el mismo, sino otro semejante a él en el girar de las edades. Así también, cuando nos referimos a la celebración del sacramento del altar, decimos que en ese día acontece lo que no acontece en ese día, sino que aconteció antaño. Cristo fue inmolado una sola vez en persona y es inmolado no sólo en las solemnidades de la Pascua, sino también cada día entre los pueblos, en dicho sacramento. Por eso no miente quien contesta que es inmolado ahora, cuando se lo preguntan. Los sacramentos no serían en absoluto sacramentos si no tuviesen ciertas semejanzas con aquellas realidades de que son sacramentos. Por esa semejanza reciben, por lo regular, el nombre de las mismas realidades. Así como a su modo peculiar el sacramento del cuerpo de Cristo es el cuerpo de Cristo, y el sacramento de la sangre de Cristo es la sangre de Cristo, así también el sacramento de la fe es la fe. Luego al sacramento de una tan grande realidad le dio el nombre de la misma realidad. (Carta 98 a Bonifacio nº 9)
Teodoreto de Cyro:
Si pues el sacerdocio según la ley llego a su fin y el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec ( Cristo) ofreció el sacrificio e hizo que los otros sacrificios no fuesen necesarios ¿Por qué los sacerdotes del Nuevo Testamento celebran la mistica liturgia? Es manifiesto a todos los versados en las cosas divinas que nosotros no ofrecemos otro sacrificio distinto, sino que celebramos la memoria de aquel único y saludable sacrificio. ( Comentario a la carta de los Hebreos 4.)
San Fulgencio de Ruspe:
Ten firmísimamente y no dudes en modo alguno de que el mismo Dios unigénito , el Verbo hecho carne, se ofreció por nosotros a Dios como sacrificio y victima en fragancia de suavidad (EF 5,2) al cual junto con el Padre y el Espiritu Santo, los patriarcas, los profetas y los sacerdotes sacrificaban animales en el tiempo del Antiguo Testamente, al cual ahora, es decir, en el tiempo del Nuevo Testamente, junto con el Padre y el Espiritu Santo, con quienes tiene él una misma divinidad, la santa Iglesia católica no cesa de ofrecer en todo el ober de la tierra el sacrificio del pan y del vino en fe y amor. Pues en aquellas victimas de animales estaba figurada la carne de Cristo la que el mismo sin pecado había de ofrecer por nuestros pecados y la sangre, que el había de derramar para la remisión de nuestros pecados, mas en este sacrificio hay acción de gracias y conmemoración de la carne de Cristo, la que por nosotros ofreció y de la sangre que el mismo Dios derramó por nosotros. (Sobre la fe a Pedro 19,60)
San Isidoro de Sevilla:
Alli , en la antigua ley, inmolados los animales eran ofrecidas hostias de carne y sangre, aquí, en la ley nueva, se ofrece el sacrificio de la carne y sangre de Cristo, sacrificio que era figurado por aquellos animales, allí con la sangre del cordero se celebra la Pascua, aquí nuestra Pascua es Cristo inmolado, que es el verdadero Cordero inmaculado. (Sobre las diferencias 2,33,125)
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Richbell Meléndez. Laico católico dedicado tiempo completo al apostolado de la Apologética y subdirector de la Escuela de Apologética Online DASM.
 

 

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