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Por: Richbell Meléndez

 

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La Biblia nos enseña que el bautismo “perdona los pecados” (He 2, 38 ; 1 Pe 3, 21 ; Heb 10, 22-23, entre otros), y que los bebes poseen la mancha del pecado original.

 

“He aquí, en maldad he sido formado,

Y en pecado me concibió mi madre.”

Salmos 51, 5 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Ya que al nacer los infantes vienen con la mancha del pecado original, necesitan ser bautizados de esta manera nacen de nuevo (Jn 3, 5) y comienzan a formar parte de la familia de Dios.

 

La Iglesia Católica cree que Dios al ser un Padre de amor, no niega su amor y su gracia a nadie, menos a los niños. Además que el bautismo es la forma en que Dios quiere integrarnos al Nuevo Pacto, por eso se le conoce al bautismo como la nueva circuncisión.

 

“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.” Colosenses 2, 11-12 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Algunas denominaciones protestantes piensan que el bautismo solo se le puede administrar a aquella persona que lo quiera recibir, ignorando que, el bautismo en el caso de los niños, para este administrarse solo se requiere la fe de la Iglesia en este caso de sus padres. Dios quiere que los niños se acerquen a Él y que mejor forma de hacerlo que por medio de bautismo.

 

“Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” Mateo 19, 14 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Si profundizamos un poco en el griego, lengua en que originalmente se escribió la mayor parte del Nuevo Testamento, encontramos otra razón más por el cual la Iglesia Católica bautiza infantes, veamos el texto griego de Hechos 2, 38-39.

 

“Πέτρος δὲ πρὸς αὐτούς Μετανοήσατε, καὶ βαπτισθήτω ἕκαστος ὑμῶν ἐπὶ τῷ ὀνόματι Ἰησοῦ Χριστοῦ εἰς ἄφεσιν τῶν ἁμαρτιῶν ὑμῶν, καὶ λήμψεσθε τὴν δωρεὰν τοῦ Ἁγίου Πνεύματος. ὑμῖν γάρ ἐστιν ἡ ἐπαγγελία καὶ τοῖς τέκνοις ὑμῶν καὶ πᾶσιν τοῖς εἰς μακρὰν, ὅσους ἂν προσκαλέσηται Κύριος ὁ Θεὸς ἡμῶν.” Hechos 2, 38-39 (Nestle GNT 1904)

 

El texto en español sería el siguiente:

 

“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Hechos 2, 38-39 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Como se puede ver el texto griego en el versículo 39 usa la palabra “τέκνοις” que es traducida como hijos, sin embargo, si buscamos una concordancia bíblica, nos mostrara que la misma palabra es usada en Hechos 21, 21 para referirse a los bebes de ocho días. Veamos el texto de Hechos 21, 21 en griego.

 

κατηχήθησαν δὲ περὶ σοῦ ὅτι ἀποστασίαν διδάσκεις ἀπὸ Μωϋσέως τοὺς κατὰ τὰ ἔθνη πάντας Ἰουδαίους, λέγων μὴ περιτέμνειν αὐτοὺς τὰ τέκνα μηδὲ τοῖς ἔθεσιν περιπατεῖν.” Hechos 21, 21 (Nestle GNT 1904)

 

Que es traducido al español de la siguiente manera:

 

“Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres.” Hechos 21, 21 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Esto se comprende al observar que en ambos textos se hablan de hijos independientemente la edad, en Hechos 2, 38-39 enseña que la promesa del bautismo es "para los padres y sus hijos”. En este sentido, Pedro afirma que el bautismo es tanto para niños como para adultos. Además, en Hechos 16, 15, leemos que Lidia y "su casa o familia" fueron bautizados. La palabra para "casa u hogar" es oikos, y su definición incluía a los bebés y a los niños. Véase también 1 Corintios 1, 16 ; Hechos 16, 33 ; 10,47-48. Otros ejemplos en los que se utiliza "oikos".

 

Recordemos que la Antigua Alianza incluía a los niños, que a su vez se convertían en miembros de la familia de Dios a los ocho días de edad, cuando eran circuncidados. Por lo tanto, como se dijo anteriormente, Pablo llama al bautismo "la nueva circuncisión" en Colosenses 2, 11-12. Por lo tanto, el apóstol Pablo enseñó que el bautismo en la Nueva Alianza debe incluir a los niños, así como Dios los incluyó en la Antigua Alianza. Si Dios hubiera excluido a los niños de su Nueva Alianza, los judíos convertidos a Cristo habrían considerado la Nueva Alianza inferior o defectuosa, al compararla con la Antigua Alianza.

 

Cuando juntamos todas estas piezas, queda claro que el bautismo de niños no es una "tradición" no bíblica adoptada por los católicos, sino una doctrina aceptada por los apóstoles de Jesucristo. La evidencia bíblica de la comprensión católica está perfectamente confirmada en los escritos de los primeros cristianos, por ejemplo en este escrito de San Cipriano de Cartago.

 

“Pero en relación con el caso de los niños, en el cual dices que no deben ser bautizados en el segundo o tercer día después de su nacimiento, y que la antigua ley de la circuncisión debe considerarse, por lo cual piensas que alguien que acaba de nacer debe no ser bautizado y santificado dentro de los ocho días, todos nosotros pensamos de manera muy diferente en nuestro Concilio. Porque en este curso que pensabas tomar, nadie está de acuerdo, sino que todos juzgamos que la misericordia y gracia de Dios no debe ser negada a ningún nacido de hombre. Porque como dice el Señor en su Evangelio: «El Hijo del hombre no ha venido a destruir la vida de los hombres, sino a salvarlas», en la medida que podamos, debemos procurar que, si es posible, ningún alma se pierda…

 

Por otra parte, la fe en la Escritura divina nos declara que todos, ya sean niños o mayores, tenemos la misma igualdad en los divinos dones…

Razón por la cual creemos que nadie debe ser impedido de obtener la gracia de la ley, por la ley en la que fue ordenado, y que la circuncisión espiritual no debe ser obstaculizada por la circuncisión carnal, sino que absolutamente todos los hombres tiene que ser admitidos a la gracia de Cristo, ya que también Pedro en los Hechos de los Apóstoles, habla y dice: «El Señor me ha dicho que yo no debería llamar a ningún hombre común o inmundo.» Pero si nada podría obstaculizar la obtención de la gracia a los hombres, y el más atroz de los pecados y no puede poner obstáculos a los que son mayores. Pero si hasta a los más grandes pecadores, y los que habían pecado en contra de Dios, cuando creen, se les concede la remisión de los pecados y nadie se ve impedido del bautismo y de la gracia, ¿cuánto más deberíamos obstaculizar un bebé?, ¿que, siendo recién nacido, no ha pecado, salvo en que, habiendo nacido de la carne de Adán, ha contraído el contagio de la muerte antigua en su nacimiento? …

 

Y por lo tanto, querido hermano, esta era nuestra opinión en el Concilio, que por nosotros, nadie debe impedirse el bautismo y la gracia de Dios, que es misericordioso y amable y cariñoso para con todos. Que, puesto que es lo observado y mantenido respecto a todos, nos parece que debe respetarse aún más en el caso de los lactantes…” (Cipriano de Cartago, A Fido sobre el bautismo de infantes, Carta 58)

 

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El sacramento de la reconciliación o confesión y San Pablo

 

Es importante recordar que todos los sacerdotes de la Iglesia católica son ungidos por el Espíritu Santo y al recibir el sacramento del orden sacerdotal se convierten en sucesores de los Apóstoles.

 

Pero, ¿por qué la Iglesia practica el sacramento de la confesión?

 

Porque Jesucristo instituyó bíblicamente el Sacramento de la Reconciliación para confesar nuestros pecados y reconciliarnos con él, por eso le dio a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados:

 

“Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»” Juan 20, 22-23 (Biblia de Jerusalén 1976)

 

Jesús dio a los Apóstoles la autoridad para perdonar los pecados, así como Él tenía autoridad dada por el Padre para perdonar los pecados en la tierra, no como Hijo de Dios, SINO como Hijo del Hombre. (Mt 9, 6-8)

 

Los católicos creen que ningún sacerdote, como hombre e individuo, por muy piadoso o estudiado que sea, tiene el poder de perdonar los pecados, aparte de Dios. Sin embargo, el sacerdote en el confesionario, después de la preparación al Sacramento, al recitar la fórmula de la absolución, perdona los pecados del penitente en lugar de Cristo, como si nos confesáramos en presencia de Cristo. El perdón, por tanto, viene de Dios, no del sacerdote, que actúa en calidad de "Persona Christi", como sucesor de los Apóstoles.

 

Del mismo modo, como ocurre en la Santa Misa, cuando el sacerdote, al bendecir las ofrendas de pan y vino pide a Dios Padre que las acepte y por medio del Espíritu Santo transforme las sustancias (no la forma, de ahí el nombre de Transubstanciación) en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, como hizo el propio Jesús en la Última Cena. Porque es precisamente Cristo mismo, a través del sacerdote, quien preside la Misa.

 

Veamos lo que escribió San Pablo:

 

“Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo,” 2 Corintios 2, 10 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Hay muchas pruebas más en los escritos de los primeros cristianos, los Padres de la Iglesia, que informan de que los cristianos confesaban públicamente sus pecados ante los sacerdotes como los siguientes textos de San Ambrosio de Milán.

 

“Profesan mostrando reverencia al Señor reservando sólo a El el poder de perdonar pecados. Mayor error no puede ser que el que cometen al buscar rescindir de Sus órdenes echando abajo el oficio que El confirió. La Iglesia lo obedece en ambos aspectos, al ligar el pecado y al soltarlo; porque el Señor quiso que ambos poderes deban ser iguales.” (De poenitentia, I, ii, 6)

 

Enseña que este poder es una función del sacerdocio y que este puede perdonar todos los pecados:

 

“Pareciera imposible que los pecados deban ser perdonados a través de la penitencia; Cristo otorgó este (poder) a los apóstoles y de los Apóstoles ha sido transmitido al oficio de los sacerdotes.” (Op.cit., II, ii, 12)

 

El poder de perdonar se extiende a todos los pecados: “Dios no hace distinción; Él prometió misericordia para todos y a Sus sacerdotes les otorgó la autoridad para perdonar sin ninguna excepción.” (Op.cit., I, iii, 10)

 

En los textos textos anteriores podemos como San Ambrosio le aclara a los herejes Novacianos que Cristo le dio poder a sus apóstoles y a sus sucesores los sacerdotes para perdonar pecados, haciendo referencia a Juan 20, 22-23.

 

Es importante señalar que el bautismo administrado por Juan el Bautista era un bautismo de arrepentimiento, en el que el creyente, ya fuera gentil o judío, no sólo se arrepentía sino que confesaba verbalmente sus pecados.

 

Jesucristo dispuso que el perdón sacramental llegara a través del ministerio del sacerdote. Si alguien argumenta en contra de esto, no está discutiendo tanto con la Iglesia Católica sino con el propio Cristo.

 

Los católicos formamos parte de una Iglesia Apostólica y, por tanto, nos tomamos muy en serio las enseñanzas apostólicas, pues el Señor dijo:

 

“El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.” Lucas 10, 16 (Biblia Reina Valera 1960)

 

A pesar de la confesión privada, los católicos conservamos la costumbre del Acto Penitencial, una tradición que se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia, el cual podemos encontrar una referencia en la Didaje, conocido como el primer catecismo de la Iglesia.

 

“Cuando os reuniéreis en el domingo del Señor, partid el pan, y para que el sacrificio sea puro, dad gracias después de haber confesado vuestros pecados.” Didaje XIV

 

Este acto consiste en confesar al comienzo de la celebración de la Santa Misa que somos pecadores recitando la siguiente oración:

 

“Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.” (Rito Ordinario de la Misa)

 

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No podríamos decir con exactitud en que momento la Iglesia Católica comenzó a ser conocida como “Iglesia Católica Romana”, pero si sabemos que el término “católico romano” fue usado por los anglicanos en forma de insulto hacia los católicos, ya que ellos (anglicanos) querían llamarse a si mismos como católicos. De esta manera comenzaron a llamar despectivamente a los católicos que estaban en comunión con el Papa (Obispo de Roma) con el termino “católico romano” para así diferenciarse de ellos y queriendo hacer creer que los anglicanos eran los católicos (intentando robarse el termino que correspondía a los cristianos en comunión con el Obispo de Roma)

 

Así como el termino “católico romano” fue usado de manera despectiva, también los enemigos de la Iglesia comenzaron a usar otros términos similares como “romanistas” en alusión a que eran cristianos que estaban en comunión con el Obispo de Roma, de hecho, encontramos libros anticatólicos que usan dicho termino como por ejemplo el libro escrito por Michael Hobart Seymour en 1860, titulado “Noche con los romanistas”.

 

Otros términos despectivos que también usaron los enemigos de la Iglesia para referirse a los católicos son los siguientes que nos comparte Jimmy Akin citando el Random House Webster's College Dictionary, ed. 1995.

 

“El adjetivo "romish" (similar a algo que se hace o se cree en la Iglesia Católica), que apareció alrededor de 1525-1535. Luego vino el sustantivo "Católico Romano" (alguien que pertenece a la Iglesia Católica), que se acuñó aproximadamente entre 1595 y 1605. Poco después llegó el verbo "romanizar" (hacer a alguien católico o convertirse en católico), que apareció alrededor de 1600-1610. Luego, entre 1665 y 1675, apareció el sustantivo "romanismo" (el sistema de creencias y prácticas católicas) y, finalmente, un término que llegó tarde, entre 1815 y 1825, el sustantivo "catolicismo romano", que es un sinónimo del anterior "romanismo".

 

Un complejo similar de insultos surgió en torno al término "papa". Hacia 1515-25 los anglicanos acuñaron el término "papista" y más tarde su derivado "papismo". (When Did the Term “Roman Catholic” Come into Being?)

 

San Antonio María Claret en su obra “Copiosa y variada colección de Selectos Panegíricos” Tomo IX publicada en 1861 nos menciona el siguiente testimonio relacionada con el termino “papista” usado por los anglicanos.

 

Cuenta San Antonio María Claret que a Daniel O'Connell, figura política de la Irlanda del siglo XIX quien lucho por los derechos de los Católicos y su liberación en Irlanda, lo intentaron ofender llamándole “papista” a lo que el le respondió de manera contundente:

 

“¡Miserable! tú crees llamándome papista, hacerme injuria, y me honras: sí, papista soy y me glorió de serlo; papista soy, y ello quiere decir que mi fe por una serie no interrumpida de papas se remonta hasta Jesucristo, al paso que la tuya no va más allá de Lutero, Calvino, Enrique VIII e Isabel. Pues, bien sí: papista. Si una miaja tuvieras de buen sentido, o imbécil, ¿no verías que en materia de Religión más vale depender del papa que del rey, de la tiara que, de la corona, del báculo que, de la espada, de la sotana que de la basquiña, de los concilios que de los parlamentos? Sé tú, pues el ruborizado de no tener ni verdadera fe, ni inteligencia; y cállate.” (Copiosa y variada colección de Selectos Panegíricos. Tomo IX.p. 119)

 

Como podemos ver los enemigos de la Iglesia han querido usar desde aproximadamente el siglo XVI el término “católico romano” y sus similares de forma despectiva hacia los cristianos que estamos en comunión con el Obispo de Roma. Sin embargo, como Cristianos Católicos debemos de siempre recordar lo que dijo Daniel O´Connell si somos “católicos romanos” si por “romano” quiere decir “que mi fe por una serie no interrumpida de papas se remonta hasta Jesucristo, al paso que la tuya no va más allá de Lutero, Calvino, Enrique VIII e Isabel.”

 

De igual forma sin olvidar lo que dijo San Paciano de Barcelona: “Me llamo Cristiano, pero con el apellido de Católico: aquello me da el nombre, pero esto otro declara mi creencia: esto me da por bueno, lo otro expresa mi profesión.” (San Paciano de Barcelona, Epístola I a Simproniano)

 

Tambien teniendo presente que San Agustín fue claro cuando dijo que para ser cristiano católico debemos de permanecer en el cuerpo, es decir estar en comunión en la Iglesia.

 

"De idéntica manera, el hombre cristiano es católico mientras vive en el cuerpo; hacerse hereje equivale a ser amputado, y el espíritu no sigue a un miembro amputado. Por tanto, si queréis recibir la vida del Espíritu Santo, conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad para llegar a la eternidad. Amén." (Sermón 267, 4)

 

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Ante la trillada objeción sin sentido que repiten los apologistas protestantes de que la Iglesia no reconoció ninguno de los libros deuterocanonicos como Palabra de Dios sino hasta el siglo XVI en el Concilio de Trento, quiero refutar esa objeción citando el texto de un Cristiano del siglo III llamado Origenes de Alejandria reconocido como una de las personalidades determinantes para todo el desarrollo del pensamiento cristiano. Fue un verdadero "maestro"; así lo recordaban con nostalgia y emoción sus discípulos: no sólo era un brillante teólogo, sino también un testigo ejemplar de la doctrina que transmitía.

 

Origenes escribió un tratado titulado "Contra Celso" en ocho libros (Κατά Κέλσοις, Contra Celsum). Es una refutación del Discurso verídico (Αληθής λόγο que el filosofo pagano Celso dirigió contra los cristianos hacia el año 178.

 

Es parte de esa obra la que quiero citar para demostrar como ya en el siglo III un teólogo importante en el Cristianismo citaba el libro de Sabiduria como Palabra de Dios.

 

"En segundo lugar, hablando como en la persona de un maestro de nuestra doctrina, se expresa de la siguiente manera: "Los sabios rechazan lo que decimos, siendo llevados al error y atrapados por su sabiduría". En respuesta a lo que decimos , puesto que la sabiduría es el conocimiento de las cosas divinas y humanas y de sus causas, O, COMO SE DEFINE POR LA PALABRA DE DIOS, "el aliento del poder de Dios y una influencia pura que fluye de la gloria del Todopoderoso; y el resplandor de la luz eterna, y el espejo sin mancha del poder de Dios, y la imagen de su bondad, " (Sab 7, 25-26) nadie que fuera realmente sabio rechazaría lo dicho por un cristiano que conociera los principios del cristianismo, o sería conducido al error, o atrapado por él. Porque la verdadera sabiduría no engaña, sino que la ignorancia, mientras que de las cosas existentes el conocimiento solo es permanente, y la verdad que se deriva de la sabiduría " (Origenes - Contra Celso, Libro III, 72)

 

Ya que vemos lo que cita Origenes como Palabra de Dios, veamos ahora el texto de Sabiduria 7, 25-26 en la Biblia de Jerusalen (Versión Católica)

 

25.Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla.

 

26.Es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad.

 

Sabiduria 7, 25-26

 

Creo que no hay duda alguna de que Origenes efectivamente esta citando el libro de Sabiduria como Palabra de Dios.

 

Por si hay dudas (en realidad pretextos) déjenme decirles que el texto que he citado de la obra de Origenes es tomado de la obra "Ante-Nicene Christian Library: Translations of the Writings of the Fathers down to a.d. 325. Volume XXIII Origen vol 2 (contra Celsum)" editada y traducida por los eruditos protestantes Alexander Roberts y James Donaldson, que como verán en la pagina 150 reconocen que Orígenes en ese texto que he citado esta haciendo referencia a el libro de Sabiduria 7, 25-26

 

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Protestante: Hebreos 7 no habla del sacerdocio católico

 

Católico: Hebreos 7 ciertamente se está refiriendo en primera instancia a Jesucristo quien es Sumo Sacerdote (Hebreos 7, 26) pero no olvides que los presbíteros comparten el sacerdocio de Cristo. Por eso San Pablo en su carta a los Romanos dice que prestan un servicio sacerdotal (Romanos 15, 16) y los presbíteros al igual que San Pablo son como otro Cristo (Alter Christ) si tienes presente Gálatas 4, 14 lo comprenderás. Ya que estos no actúan por su cuenta, sino que representan a Cristo.

 

Esto independientemente de que aceptes que los presbíteros formen o no parte del sacerdocio de Cristo.

 

Creo esto te ayudara a entender mejor porque decimos que Hebreos 7 habla del sacerdocio católico.

 

Protestante: ¿Me puedes postear el versículo donde dice que los presbíteros comparten el sacerdocio de Cristo? PORQUE ROMANOS 15: 16 HABLA DE LA GRACIA QUE SELE FUE OTORGADA DE SER MINISTRO PARA LOS GENTILES, POR NINGUN LADO DICE QUE SELE A OTORGADO SER SACERDOTE JUNTAMENTE CON CRISTO.

 

GALATAS 4:14 Habla y dice el Apóstol Pablo que lo recibieron como un Ángel de Dios, (Ángel significa mensajero ) COMO A CRISTO JESUS, Tampoco dice que Era Otro Cristo, ( ESO ES UN CIMIL) O CIMILAR ESO NO SIGNIFICA QUE SEA OTRO IGUAL.

 

Católico: Si lees Apocalipsis 1, 6 veras que Dios hizo de su pueblo un reino de sacerdotes, compartimos el sacerdocio de Cristo todos los bautizados, esto incluye a los presbíteros quienes no solo comparten el sacerdocio de Cristo sino que lo ejercen como el lo ordeno en la ultima cena cuando instituyo el sacerdocio ministerial al decir a los apóstoles "haced esto en memoria de mí" (puedes leer Lucas 22, 19) ¿Hacer qué? Bueno ofrecer el pan y el vino. Para entender esa orden es necesario leer Hebreos 7, 11 y Génesis 14, 18-19 la clave esta en ofrecer el pan y el vino, Jesucristo lo hizo por eso es sumo sacerdote según la orden de Melquisedec, el pidió que se siguiera haciendo lo mismo con las figuras del pan y el vino. Esto solo lo hacen los sacerdotes, el lo pidió a los apóstoles. Y son los apóstoles y sus sucesores quienes continuaron cumpliendo su orden esto porque participan del sacerdocio ministerial de Cristo.

 

Ahora bien, si lee el texto de Romanos 15, 16 en su original griego, encontraras el siguiente detalle que tal vez no conozcas.

 

Si buscas el texto en su original griego encontraras lo siguiente.

 

Nestle GNT 1904

εἰς τὸ εἶναί με λειτουργὸν Χριστοῦ Ἰησοῦ εἰς τὰ ἔθνη, ἱερουργοῦντα τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Θεοῦ, ἵνα γένηται ἡ προσφορὰ τῶν ἐθνῶν εὐπρόσδεκτος, ἡγιασμένη ἐν Πνεύματι Ἁγίῳ.

Romanos 15, 16

 

El texto usa la palabra griega ἱερουργοῦντα que según el diccionario bíblico Strong, nos dice lo siguiente:

G2418

ἑερουργέω

jeerourgéo

de un compuesto de G2411 y la base de G2041; obrero del templo, i.e., OFICIAR COMO SACERDOTE (figurativamente): -ministrar, ministro.

 

Es decir, se refiere al sacerdocio ministerial que realizaba San Pablo, es decir compartía el mismo sacerdocio de Cristo (El de Melquisedec) a esto es a lo que me refiero. Pero muchos no comprenden estas verdades profundas.

 

De hecho, varias traducciones de la biblia traducen de la siguiente manera.

 

Romanos 15:16

 

(T. Amat) de ser ministro de Jesucristo entre las naciones; para ejercer el SACERDOCIO de la buena nueva de Dios, a fin de que la oblación de los gentiles le sea grata, estando santificada por el Espíritu Santo.

 

(DHH) de servir a Cristo Jesús para bien de los que no son judíos. El SERVICIO SACERDOTAL que presto consiste en anunciar el evangelio de Dios, con el fin de presentar ante él a los no judíos, como ofrenda que le sea grata, santificada por el Espíritu Santo.

 

(BL95) cuando hizo de mí el encargado de Cristo Jesús entre las naciones paganas. He pasado a ser el SACERDOTE DEL EVANGELIO DE DIOS para hacer de esas naciones una ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.

 

(BSA) la de ser un ministro de Jesucristo con respecto a los gentiles, ejerciendo una FUNCION SACERDOTAL en servicio del Evangelio de Dios, de modo que los gentiles sean ofrenda aceptable, consagrada por el Espíritu Santo.

 

(NVI) para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles. Yo tengo el DEBER SACERDOTAL de proclamar el evangelio de Dios, a fin de que los gentiles lleguen a ser una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.

 

Alli habla del sacerdocio ministerial, el mismo sacerdocio que realiza todo bautizado que ha recibido el sacramento del orden sacerdotal, ya que comparten el sacerdocio de Cristo.

 

En cuanto al texto de Galatas 4, 14 te lo cito, para que veas que a los representantes de Cristo, se les toma como a Cristo mismo, porque estos actúan en la persona de Cristo y no por cuenta propia. Por eso San Pablo dice que lo recibieron como al mismo Cristo. Y esta enseñanza la transmitió a su discípulo en Antioquia, Ignacio quien en su carta a los Efesios dice lo siguiente.

 

"Simplemente, pues, deberíamos considerar al obispo como al Señor mismo. " (Carta a los Efesios VI)

 

Tanto los Obispos como los Presbíteros comparten el sacerdocio de Cristo, no siguen el sacerdocio levita ni el de Aaron, sino el de Cristo que es según el rito de Melquisedec porque se ofrece las especies de pan y vino que se transubstancian en el cuerpo y sangre de Cristo. (Lucas 22, 19)

 

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