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¿Usted que cree?


 

Respuesta:

Dicen los Testigos de Jehová: En la Biblia, el vocablo "alma" se da como traducción de la palabra hebrea 'ne'phesh' y de la palabra griega "psykhe". Por el uso que se da al vocablo en la Biblia queda claro que el alma es la persona o el animal mismo a que se hace referencia con el término, o la vida que disfruta la persona o el animal. Sin embargo, para muchos, "alma" es la parte inmaterial o espiritual de un ser humano que sobrevive a la muerte del cuerpo físico. Otros entienden que es el principio vital. Pero estos últimos puntos de vista no son enseñanzas bíblicas. Descubramos esta falsedad y la Verdad de la Biblia.

 

 

El Hombre: cuerpo, alma, espíritu Acerca de esto podemos decir:
a. Principio espiritual del hombre

La Biblia no nos ofrece un tratado sistemático de antropología. No estudia en qué consiste el alma humana, cuál es su esencia y cuáles son sus funciones específicas. Nos presenta unos hechos, que no pueden ser efecto de la pura materia, sino que deben proceder de un principio espiritual.

La primera función del alma, la que más clara aparece a los sentidos, es la de dar la vida al cuerpo. Esta vida humana se manifiesta de un modo evidente por la respiración. De ahí que la misma respiración sea señal de que existe un alma, un principio de vida. El Génesis, en el relato de la creación, para decirnos de un modo popular que el hombre tiene una parte espiritual, dice (Gen 2, 7): Dios formó al hombre de la tierra e insufló en sus narices aliento de vida , y resultó el hombre un ser viviente.

Por esta razón, los distintos nombres con que se designa al alma tienen alguna relación con la respiración, el aliento, el espíritu.

También puede la palabra "alma" designar al hombre entero, al ser vivo. En algunos casos puede parecer que se considera lo mismo el alma humana que el alma de los animales. Sin embargo, está clara la superioridad del hombre sobre los animales. Así aparece ya en el primer capítulo del Génesis (Gen 1, 26-30):

Dios ha ido creando todas las cosas, comenzando por las menos perfectas, hasta llegar a las más perfectas. En último lugar, crea al hombre.

Lo crea a imagen y semejanza del mismo Dios. Si fuera puramente material, no sería imagen de Dios, que es sólo espíritu.

Le da dominio sobre todas las cosas creadas: sobrelos peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los mamíferos y reptiles de la tierra. El hombre aparece, pues, como superior a los animales, que tienen vida y sentido. El hombre es algo más.

El libro del Eclesiastés tiene una frase que, si no tenemos en cuenta el contexto, pudiera interpretarse mal:

 

Eclesiastés, 3, 19:

El hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como el otro; y ambos tienen el mismo aliento de vida.

El autor está hablando de la vanidad de la vida, porque necesariamente desemboca en la muerte. En este sentido, el hombre es igual al animal: uno y otro tienen que morir. Sin embargo, y en esto está la diferencia con el animal, el hombre tiene un espíritu que no muere. Dice el mismo libro sagrado:

 

Eclesiastés, 12, 7:

Vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio.

En el nuevo Testamento, el mismo Jesucristo distingue la parte corporal y espiritual del hombre: Mt 10, 28:

No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más a Aquél que puede llevar a la perdición alma y cuerpo.

En el libro de los Hechos de Apóstoles aparece una dura discusión entre fariseos y saduceos, acerca del espíritu y, en consecuencia, de la resurrección de los muertos. Los fariseos aceptan la existencia del espíritu, de los ángeles, de la resurrección. Los saduceos, secta materialista, no creen nada de esto.

El tribunal que va a juzgar a Pablo está compuesto por fariseos y saduceos. El apóstol, para dividirles entre sí, toma postura a favor de los fariseos:

 

Act 23, 6-10:

Hermanos yo soy fariseo, hijo de fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se me juzga.

 

b. El alma espiritual es inmortal

El hombre, por su propia naturaleza, tiene que morir. Si fue creado inmortal, fue por un privilegio gratuito de Dios, que perdió por el pecado.

Pero en el hombre hay algo que no muere. Está llamado a una vida nueva, después de la muerte terrena.

En los primeros libros de la Biblia no podemos encontrar una doctrina perfecta y ordenada sobre la inmortalidad del alma. Hasta el libro de la Sabiduría, no se habla de la inmortalidad del alma, sino de la inmortalidad o supervivencia del hombre en general; es claro que si el hombre sobrevive es por el alma, pues su cuerpo queda muerto en el sepulcro.

La frase tan repetida "reunirse con sus padres" tiene el sentido de supervivencia, más allá de la muerte:

 

Gen 25, 8:

Expiró Abraham y murió en buena ancianidad, viejo y lleno de días, y fue a reunirse con su pueblo.

Lo mismo se dice de Ismael (Gén 25, 17), de Isaac (Gén 35, 29), de Jacob (Gén 49,33), de Aarón (Núm 20,26), de Moisés (Núm 27, 13; 31, 2; Deut 31, 16; 32, 50).

Esta expresión, reunirse con los padres, o "con el pueblo" no puede significar simplemente el hecho de ir al sepulcro. Un caso claro es el de Jacob. Sus hijos le anuncian que ha muerto José, es más, que ha sido devorado por una fiera; únicamente ha quedado su túnica ensangrentada. Jacob, se muestra inconsolable y repite la frase aunque piensa que José no ha sido sepultado, sino devorado por las fieras:

 

Gén 37, 35:

Voy a bajar en duelo al seol, para encontrarme con mi hijo.

En los libros tardíos del Antiguo Testamento aparece más clara la revelación de la idea de la inmortalidad:

Sab 2, 23-24 y 3, 1-12:

Dios creó al hombre incorruptible, le hizo a imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan los que le pertenecen.

En cambio, las almas de los justos están en manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno.

Creyeron los insensatos que habían muerto... pero ellos están en paz.

El profeta Isaías habla de esta manera acerca de la resurrección:

 

Is 26, 19:

¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.

El profeta Daniel completa la revelación de esta verdad hablando ya claramente de la resurrección:

Dan 12, 2:

Los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán: unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno.

El libro segundo de los Macabeos presenta la muerte como el paso a una vida nueva; vale la pena sufrir la muerte, con tal de alcanzar aquella vida:

 

2 Mac 7,28-29:

Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que partir de la nada lo hizo Dios, y que también el género humano ha llegado así a la existencia. No temas a este verdugo, antes bien mostrándote digno de tus hermanos, acepta la muerte, para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en el tiempo de la misericordia.

El mismo libro nos enseña que las oraciones de los vivos pueden contribuir a aliviar las penas de los justos en la otra vida:

 

2 Mac 12,43-45:

Judas Macabeo, después de haber reunido entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, con el pensamiento puesto en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los difuntos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que mueren piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso.

El Nuevo Testamento, dando un paso más en esta revelación, relaciona directamente la resurrección nuestra con la resurrección de Cristo. Y nos dice que será una vida distinta de la que aquí tenemos:

 

Mt 22, 23-33:

Los saduceos, que no admiten la resurrección, plantean un caso a Jesús, para hacer ver que es ridícula la resurrección. Jesús les responde que la resurrección es cierta, pero no como ellos piensan. Será una vida distinta a ésta. Termina recordándoles la frase tan repetida en la Escritura: "El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob".

Pero es Dios de vivos, no de muertos.

Luego Abraham, Isaac y Jacob, a pesar de haber muerto, están vivos.

El encuentro con Cristo es inmediatamente después de la muerte. Así lo dice Jesús al ladrón que muerte junto a él:

 

Lc 23, 43:

Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Sobre esta frase se han hecho comentarios curiosos. Se ha querido cambiar de lugar los dos puntos, dejándola de esta manera: "Yo te aseguro hoy: estarás conmigo en el paraíso". ¿Qué decir de esta puntuación ortográfica? En primer lugar, que los signos ortográficos no existen en los códices antiguos.

Se escribía todo con letras mayúsculas, y no había signos de puntuación para separar una frases de otras. Depende, por tanto, del sentido. La frase "Yo te aseguro" o "Yo os aseguro" aparece en los Evangelios hasta ciento setenta veces, siempre sin ninguna otra adición. Parece, pues, que el adverbio "hoy" no se refiere a esta frase, sino al "estarás", que se lee a continuación. Sería el único caso, en tan amplio número de veces; sería una excepción que habría que demostrar.

En el mismo sentido se expresa Pablo en su carta a los Filipenses. ¿Qué es mejor: morir para estar con Cristo, o permanecer en esta vida? Si el encuentro con Cristo sólo fuera al fin de los tiempos, mejor sería permanecer aquí hasta entonces. Pero no es así:

 

Flp 1, 23-24:

Me siento apremiado por lo dos partes: por una parte, deseo morir y estar con Cristo, lo cual es ciertamente con mucho lo mejor, mas por otra parte, quedarme con vosotros es más necesario para vosotros.

La muerte produce dolor a los amigos que quedan. Pero este dolor debe estar aliviado por la esperanza de la resurrección. Nuestra fe debe matizar nuestro pensamiento sobre la muerte:

 

1 Tes 4, 13-18:

No queremos que estéis en ignorancia respecto a los muertos, para que no os entristezcáis como los demás que no tienen esperanza. Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar... y todos seremos arrebatados al encuentro del Señor. Y así estaremos siempre con el Señor.

Esto es lo que la Palabra de Dios dice, muy diferente es lo que los adventistas, testigos y algunos evangelicos creen. Los respetamos, pero preferimos como católicos la Verdad de la Sagrada Escritura.

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Dios te siga bendiciendo en abundancia.

 

Por Jose Fierro

 

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Si eres católico, no olvides que como cristianos que somos, debemos de buscar como renovar nuestra vida en Cristo(Jn 15,1-7) e impulsar nuestro apostolado para traer a mucha gente a los pies de Jesucristo(Mt 28,18-20) y no dejar esa labor a las sectas o iglesias protestantes que no poseen la plenitud de los medios de salvación.

Si eres evangélico, mormón o testigo de Jehová te invito a que conozcas en serio lo que es la fe cristiana(Ef 4,13), la BIblia(2 Tes 2,15) y la Iglesia de Cristo(Ef 5,25). Estudia la historia del cristianismo y ora para que Dios siga actuando en tu vida. Dios te ama y espera en el redil de plenitud que ha dejado: La Iglesia católica(Mt 16,18).

Yo simplemente deseo cumplir la voluntad de Dios en plenitud.(Mt 7,21-23) ¿Y usted...?


Recuerda que debes de luchar por conocer, vivir, predicar, celebrar y defender tu fe para ser un auténtico cristiano.


 

 

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